viernes, 13 de febrero de 2009

Reina Reyes, en su notable libro «Para qué futuro educamos» , nos decía hace ya siete lustros: "Hoy, educar para el presente -que no otra cosa hacemos- es educar para un pasado que nunca volverá. / Cuando se sostiene que la educación no es un factor esencial de cambio se debe tener en cuenta un hecho: quienes acceden al poder económico o al poder político están interesados en mantener su poder, y, por lo mismo, tanto la educación privada como la pública, que directamente o indirectamente controlan, tienden a conservar la estructura social que los mantiene en su situación de privilegio."
He aquí un punto central. Escribe Reyes respondiendo al sociólogo Aldo Solari: "creemos que la educación puede ser revolucionaria antes de toda revolución política", entendiendo como revolucionario "no al rebelde en el campo político sino al que es capaz de independizarse de las formas de vida que le ofrece el medio en que nació para poder juzgarlas".
Señala Reyes: "Es grave, gravísimo, que los países subdesarrollados de América Latina imiten las prácticas educativas de los países desarrollados, sin apreciar que el colonialismo vacía y distorsiona la mente e incapacita al hombre para liberarse de los poderes económicos que lo dominan." Antes, ha dicho: "Descubrir el grado en que los medios de comunicación enajenan al hombre, en lugar de liberarlo, es tarea que apremia, aunque se tenga conciencia de estar apresado por fuerzas que individualmente no se pueden vencer. Resignarse al poderío de lo económico es actuar en su favor en lugar de tener por meta la liberación del hombre."

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